¡Quebrantado estoy por el quebrantamiento de la hija de
mi pueblo; abrumado estoy, el espanto se ha apoderado
de mí!
Jeremias 8:21
No sé cómo se diga quebrantamiento en griego, latín, hebreo, o arameo, solo sé que quebrantamiento en español es romper, separar con violencia, cascar o hender algo, ponerlo en estado de que se rompa con más facilidad, machacar o reducir una cosa sólida a fragmentos relativamente pequeños pero sin triturarlos, forzar, o romper con dificultad. Eso es lo que necesitamos de parte de Dios, que Dios nos quebrante; porque si no eres quebrantado, Dios no puede edificar una vida poderosa, ¿me entiendes verdad? No es que a Dios le falte poder para hacerlo, nada por el estilo, lo que Dios espera es que le digas que te quebrante y te dispongas a ello. A Dios no le gusta reconstruir sobre cimiento ajeno, o cimiento que El no haya colocado, y como tú has construido tu propia vida sobre cimientos egoístas, convenencieros, mezquinos, y violentos; es menester que el rompa tu personalidad, que te separe de tus viejas y viciadas prácticas, que machaque tu carácter para ser completamente renovado y puedas tener una disposición nueva a ser renovado, a remontarte a la misma presencia de Dios. Si has sufrido por la causa de Cristo, solo es menester darle una revisada a la vida y ministerio de Jeremías, él había sido escogido para algo glorioso que no lograba entender en toda su magnitud, a quien Dios quebranto a tal grado que él dijo me sedujiste y me deje seducir, la gloria de Dios es tan maravillosa que sedujo a Jeremías a no darle mas importancia al sufrimiento humano.
Jeremías era un hombre totalmente quebrantado a tal grado que cuando se dio cuenta del sufrimiento que estaba experimentando, y quiso renunciar a su gloria que Dios le había dado al tomarlo como su voz, el exclamo: “Por eso dije: ¡no me acordare mas de Él ni hablare más en su nombre! no obstante, había en mi corazón como un fuego ardiendo metido entre mis huesos trate de resistirlo pero no pude” (Jer. 20:9) ese fuego que ardía en sus huesos que lo alentó a seguir en su ministerio, es el que debe arder en los huesos de los santos que ahora vivimos el evangelio de Jesús; pero para que este fuego verdaderamente arda, es necesario ser quebrantados, Dios quiere meterte en su visión; pero no la podemos percibir con estos ojos humanos ni con esta mente, necesitamos percibirla en el espíritu; y para percibirla en el espíritu es necesario ser espirituales y para ser espirituales no necesitamos ser anacoretas, necesitamos someternos a la voluntad de aquel que nos ha llamado de las tinieblas a su luz admirable, es entonces que por medio del ayuno y la oración vamos derribando nosotros mismos nuestra fortaleza humana, para darle oportunidad al Espíritu Santo que obre con toda libertad y así quebrantado puedas meterte en la visión de Dios. ¿Sabes que el orgullo es lo mas difícil de ser quebrantado? El orgullo es parte inherente a nuestra formación humana, el orgullo estorba de manera completa la acción del Espíritu Santo en todo tu ser, la mayoría de santos aun somos orgullosos en demasía, viven orgullosos de no ser orgullosos, no soportan las faltas de los demás como si ellos nunca se equivocaran, como si ellos fueran infalibles. Los discípulos de Jesús eran orgullosos en demasía, ellos no sabían dejarse de los demás, cada uno tenía su porción de belleza y fortaleza como para enfrentar a los demás, cada uno tenía demasiadas capacidades como para superar a sus amigos. Te aclaro, el orgullo no es pecado, el pecado consiste en que el orgullo maneje tus acciones; porque supuestamente como hijo de Dios tu vida debe ser manejada por el amor que el Espíritu Santo imprime en tu ser.
Dios quiere que te sometas al quebrantamiento, déjame decirte que Dios te va a quebrantar con amor, porque el te ama demasiado como para matarte, o hacerte sufrir sin que lo soportes, aunque a decir verdad a veces sientes que Dios te quiere matar; pero, no es así. Pablo era un hombre muy orgulloso, el estaba orgulloso de su religión, de su estirpe, de su conocimiento, de su posición social, él caminaba sin bajar la mirada; pero, él era muy necesario para ser metido en la visión de Dios, por lo que era necesario ser quebrantado y Dios lo quebranto cuando le dijo: “Yo soy Jesús a quien tu persigues, dura cosa te es dar coses contra el aguijón” Dios lo dejo ciego por algunos días; pero, de inmediato envió a uno de los santos para que lo sanara, y al orar fuera lleno del Espíritu Santo y así fuera introducido a la visión de Dios. Es necesario que cada uno de nosotros hoy experimentemos ese quebranto de lo que somos y nos montemos en la visión de Dios. Creo que ahora mismo puedes pedirle a Dios que te quebrante, hoy mas que nunca el mundo esta necesitando hombres y mujeres poderosos que sepan en carne propia lo que es el quebrantamiento.